viernes, 19 de noviembre de 2010

Finales alternativos

Primer final
Al día siguiente volví, como ya era costumbre, a visitar a mi amigo. Me alegré mucho al verlo con su cara llena de arrugas, y sus gestos preocupados como a mi me gustaba. Ese era el Ulises que yo quería. Sin embargo él no se sentía feliz, se le notaban tristes los ojos, yo me daba cuenta. Ulises y sus tías iban y venían de la casa de Madame Saporiti las veces que fuera necesario en busca del filtro. Él pretendía ser simplemente un niño, como todos los demás. Ellas buscaban mantenerse alegres y joviales.
            Ellas siempre ganaban y con sus sonrisas de satisfacción se pasaban las tardes saltando y cantando. Ulises y yo nos encerrábamos en su cuarto a contar el dinero que le quedaba en el pañuelo.
-Me alcanza para un último filtro- me dijo con resignación.
-¿Y por qué no te quedás así Uli? Así no gastás mas dinero. Además. podés contestar las respuestas que hace la maestra y que solo vos sabes.
-Porque no quiero, quiero ser un niño igual que todos, no quiero seguir cansado y con dolor de cabeza. Pero no puedo ir ahora a casa de la adivina, gastaría mis últimas monedas, solo para que en un par de horas mis tías corran hacia su casa y reviertan la situación.
-¿Qué es revertir? Pregunté sonrojada.
-Buscalo en el diccionario- contestó.
            Al otro día, Ulises no fue a la escuela. La maestra no reparó en su ausencia, pero yo extrañaba a mi amigo. Después de clases, le pedí a mamá que me llevara a casa de mi compañero, con la excusa de alcanzarle la tarea del día. Golpeé la puerta muchas veces pero nadie atendía. Aburrida de esperar y un poco asustada también, decidí entrar sin aguardar respuesta. Nunca olvidaré lo que allí vi con tan poca edad.
            La sangre corría, se desparramaba silenciosa por el piso, las tres hermanas yacían muertas en el suelo del comedor, con los ojos fríos, la casa estaba silenciosa ahora sin sus bulliciosas risotadas. Mi amigo también estaba allí, no me oyó entrar. Se encontraba sentado al estilo “indiecito” junto a las tres difuntas, empapado con sangre ajena sosteniendo un cuchillo en la mano. Era un niño otra vez, un niño que reía a carcajadas en el suelo, un niño de miraba maliciosa e inocente a la vez, un niño divertido, despreocupado. Sin dudas en ese momento, Ulises era feliz.

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